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El Graduado Laniquech

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Lani se estacionó un par de metros después de la casa de Maquech. Comenzaba a llover, pero no le importaba mojarse: Quería caminar bajo la lluvia, que Maquech se espantara al ver su aspecto y la castigara antes de traerle un paraguas…
Alcanzó a ver a un hombre acercándose con su paraguas por el espejo retrovisor.
Maquech de seguro me estaba esperando en la entrada…
Ese detalle le gustó y provocó que la recorriera una sensación agradable. Jamás lo admitiría frente a nadie, pero creía que de verdad comenzaba a enamorarse.
Lo que había empezado como un trabajo se había convertido poco a poco en algo más, y ella no quería que se acabara. Nunca.
Pero esto es un sueño, tarde o temprano debo despertar…
Se apresuró a sacudirse ese pensamiento. Saldría con Maquech al teatro, luego a un restaurante. Hablarían, se reirían, y ella se sentiría como si fuera alguien importante porque él la miraba como un verdadero admirador. Se sentiría una adolescente, una chica tímida, y olvidaría los problemas del hogar, los trabajos fraudulentos de la familia, todo.
La puerta se abrió y Diómedes entró al auto.
Lani se sorprendió al verlo, pero pude recuperarse de la sorpresa mientras él cerraba el paraguas.
-Maquech vendrá en cualquier…
-Mi hermano está terminando de ducharse. –replicó sin verla. Cuando al fin lo hizo, le dirigió la mirada más fría y seria que la que tenía la primera vez que lo vio.- Quiero finalizar su contrato.
Lani sintió la garganta seca. Nunca había visto ni sabido cuánta era la cantidad de dinero que Diómedes enviaba a la cuenta de Gato, y ahora hablar del contrato la hizo sentirse sucia.
-Comprendo… Debería hablar con…
-Usted es la que sale con mi hermano. Quiero que se vaya. Ahora.
-¡No…! -apretó los dientes.- No puedes pedirme eso.
-Es una orden.
-¡Tú querías que fuera una persona sociable!, ¡querías que pudiera presentarse en sus reuniones de trabajo y entrevistas profesionales! ¿Acaso no lo hice bien?…
-Ese no es el punto. –Diómeces debió alzar la voz bajo una lluvia cada vez más potente.- El trabajo me complació, pero ahora debe estar al lado de personas que tengan los mismos intereses.
“Querrá decir mujeres”, quiso gritarle Lani, pero no se atrevió. Algo le decía que si volvía a hablar su voz temblaría.
-Sospechará si no me ve.
-Ya inventará una excusa.
-Una separación así podría hacer que el proceso se revirtiera.
-Correré el riesgo.
Lani no podía creerlo.
-No quieres que siga adelante, quieres alejarlo de mí.
Diómedes endureció su mirada.
-No puede aportarle más.
-¡Claro que puedo! Yo lo comprendo, y me gusta hablar con él, y escucharlo, y… y…
-Cometió un error al enamorarse de él. Olvídelo, o yo le diré la verdad.
Si el corazón de Lani se detuvo con la primera frase, la segunda la hizo palidecer.
-No lo harías…
-Pruébeme.
-¡Es tu hermano!, ¡te odiaría si se enterara!
-No me importa mientras a usted la odie más.
Lani apretó los labios.
-… No lo permitiré.
Antes de que Diómedes pudiera replicar, Lani se apresuró a salir del auto y corrió hacia la casa de Maquech. Diómedes no se molestó en gritar. Ambos sabían que no iría muy lejos.
Lani abrió la puerta y se apresuró a subir la escalera de caracol de la entrada.
-¡Maquech! –gritó con todas sus fuerzas.- ¡Maquech!
-¡Un momento!
Localizó el origen de la voz y entró en su habitación: Maquech estaba poniéndose la camisa. Tenía en cabello mojado y estaba descalzo.
-¡Lani! –se apresuró a bajarse la camisa, azorado.- ¿Por qué estás…? ¿Está lloviendo afuera? ¡Debiste llamarme! Te habría traído un paraguas…
-Maquech, no hay tiempo para eso…
-¿Qué tienes? ¿Estás bien?
Ahora sí que le entraron ganas de llorar: Maquech siempre sabía cuándo necesitaba un abrazo consolador o unas palabras suaves. Y pronto ya no podría recibir ninguno.
-¿Lani? –como esperaba, Maquech se apresuró a llegar a ella y apartó el exceso de agua de lluvia de su frente.- ¿Te pasó algo? Dime, por favor…
Lani agradeció el contacto de su piel, pero debió alejarse. Se sentiría una hipócrita si no lo hacía.
-¿Lani…?
-Maquech, escúchame, escúchame, por favor… ¿Recuerdas…? ¿Recuerdas que te dije que había hecho cosas… de las que me arrepiento?
-Sí.
-Pues yo… -escuchó que alguien cerraba tranquilamente la puerta. Sintió un nudo en la garganta.- Yo no he… Yo todavía…
Los pasos seguros de Diómedes en el pasillo la paralizaron e irritaron más. Pero más temía a la reacción de Maquech. No quería que la odiara, no quería ver que esa mirada comprensiva la mirara con el mismo desprecio que su hermano difícilmente trataba de ocultarle. Ella no era mala persona, sólo había terminado en unas circunstancias desesperadas…
-Tuve… un último trabajo. No fue nada al principio, pero dejó de serlo… Me refiero a que dejó de ser un trabajo para mí…
-No entiendo… ¿Diómedes?
Lani lo sintió a su espalda. Su instinto le rogaba que volteara para defender a Maquech de su hermano, pero no podía dejar de ver su sonrisa despreocupada, luego su expresión confundida.
-Maquech… Lo siento mucho… Yo…
Al fin, pareció comprender, y sucedió algo peor de lo que Lani temía: Maquech no mostró desprecio, sino consternación, luego decepción. Cerró los ojos para aclarar sus ideas.
-No… No puede… -se apartó de ambos… pero no tardó en regresar para encarar a Diómedes.- Tú lo sabías… ¡Lo supiste todo este tiempo!
Diómedes no respondió. Tal vez había creído que no le importaría su reacción, pero no esperaba a qué dimensiones llegaría.
-¿Cuánto le pagaste, si se puede saber? Porque debía ser mucho, sé que puedes ser muy generoso cuando te lo propones. –silencio.- ¡Dímelo!
-Lo suficiente.
-¿Como para pagarle la universidad o para un vestido bonito?
Ni una sola vez la había mirado, y Lani no estaba segura si prefería eso o que le gritara.
-Lo suficiente para ayudarte. –repitió Diómedes.- Necesitabas un incentivo…
-¡No necesitaba un incentivo, te necesitaba a ti!, ¡a alguien que me escuchara!
-Yo lo hice…
-¡No! Lo intentaste, pero no lo suficiente. –su mirada se posó en Lani por accidente y se apresuró a apartarla, haciéndola sentir pequeña e insignificante.- Necesito que te vayas… ¡Vete! ¡Vete ya!
Lani sintió algo parecido un golpe en el estómago, luego en el pecho. Quería pedirle disculpas otra vez, quería decirle que sus sentimientos sí eran reales, pero sabía que no le creería.
No recordó haber pasado a Diómedes ni haber bajado por la escalera. Sólo volvió en sí cuando sintió la fría lluvia en su cuerpo, y las lágrimas calientes en sus mejillas.
-Perdóname… -dijo al fin a la fría lluvia, a la fría casa y a sus ocupantes.- Perdóname, por favor…
Desde que vi la película hace mucho tuve ganas de poner esta escena al estilo Laniquech :) Sé que no es una escena bonita, pero necesitaba escribirla ^^. Y a la mejor después ponga la última escena de la reconciliación.
Sé que no pongo muchos detalles (realmente no siento la película como para esos dos), pero aquí va un poco de background: Lani y Gato no tienen mucho dinero y Gato se dedica a delitos menores, pero por alguna razón tiene la oportunidad de hacer negocios con Diómedes, y le dice que alguien puede hacer que su tímido hermano salga a la luz para ayudarle con el negocio familiar o algo así. Lani no quiso hacerlo al principio, pero al final Gato la convenció y accedió, y obviamente se terminó enamorando de Maquech.
¡Ta-dá!
© 2015 - 2024 YolandaChapa
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