Gema is Sabrina 4

Maquech apretaba el volante como si fuera una pelota anti estrés. Él no quería casarse y nadie iba a obligarlo, ni siquiera su hermano.
Aunque tenga razón y sea tiempo de sentar cabeza, lo que está haciendo es ridículo…
Y conociendo a Diómedes, sólo le quedaban tres opciones: Ir conociendo mejor a su prometida, pedir disculpas y avergonzar a su hermano y su compañía, o desobedecerlo y huir como un cobarde.
Tal vez sí deba darle una oportunidad… Después de todo, era la única chica que no me seguía a todas partes y quien menos mostraba interés, sabe de negocios y además tenemos algunas cosas en común…
En eso estaba pensando cuando un semáforo en rojo le hizo detenerse justo en una parada de autobús.
-¿Maquech?
La voz conocida lo sobresaltó. Al volverse, se encontró con una jovencita hermosísima, vestida con un saco y falda elegante, poca pero exquisita joyería e igual de escaso maquillaje, pero que sobresaltaba las largas pestañas y los ojos grises.
Aunque se hubiera teñido el cabello cobrizo, aunque no llevara maquillaje ni estuviera bien vestida, la hubiera reconocido en cualquier parte.
-¡Gema! ¡Vaya, ¿de verdad eres tú?!
Gema no pudo creer que la reconociera. Eso le alegró más que haberlo visto después de tanto tiempo.
-Acabo de regresar de…
El sonido del claxon los interrumpió: El semáforo había pasado a verde.
-¿Vas a ir a alguna parte? Puedo llevarte si gustas…
-Pues… pensaba regresar a casa a ver a mi padre…
El claxon del auto de atrás seguía sonando. Maquech lo ignoró, se bajó de un salto del Rolls Royce y le abrió la puerta del copiloto.
-Tengo suerte entonces que seamos vecinos. –se apresuró a tomar sus maletas y subirlas a la parte de atrás.
Gema titubeó unos instantes antes de subir. Había acompañado a su padre algunas veces, pero nunca había estado de copiloto con alguien que no fuera del trabajo… y menos con Maquech.
El auto de atrás ya los había sobrepasado y el siguiente comenzaba a hacer lo mismo cuando Maquech tomó el volante y se dirigieron a su casa.
-Me dijeron que conseguiste un trabajo en el extranjero. ¿Te gustó?
-Sí… Pero extrañaba estar en casa, así que regresé.
-¿Qué hacías?
-Ayudaba a una compañía de modelaje.
-Debiste trabajar entonces para personas interesantes… ¿Piensas quedarte un rato por aquí?
-Tal vez unas semanas, el tiempo lo dirá.
Maquech la miró unos instantes: Gema había cambiado sólo en apariencia, después de todo. Seguía siendo la joven de siempre.
-Me alegra de verdad verte.
Gema tenía los ojos fijos en la carretera, pero sonreía.
-A mí también me alegra…
-Recibí tu carta, esa noche antes de irte…
Gema se puso roja.
-Fue hace años, era muy… eh… Perdona, no debí enviártela.
-¿Por qué te disculpas? Me sentí feliz de saber que tenía un verdadero amigo cerca…
Gema frunció el ceño. Amigo… Ni siquiera "amiga", como si no importara mucho, como si su primer amigo bien pudo ser el que recogía la basura los fines de semana.
-¿Qué te parecería ir a cenar hoy por la noche? Así tendríamos más tiempo para hablar y me contarías sobre tu vida en el modelaje.
Las esperanzas de Gema subieron otra vez.
-Me encantaría.
Al llegar a la casona, alguien debió avistar a Gema, porque no tardaron en llegar varios trabajadores en bandada para saludarla.
Maquech dejó que tuvieran su tiempo a solas mientras descargaba el equipaje.
-Yo haré eso, si no le molesta.
Al volverse, se encontró con el chofer. Y no estaba contento.
Sin dejarle responder, tomó las maletas de su hija y fue a la parte superior del garaje, donde estaba su casa.
Gema o no lo vio o ignoró su comportamiento, porque siguió saludando a sus amigos y les habló de los regalos que tenía para cada uno.
-Te prepararé algo delicioso para la cena y haré tu postre favorito… -le oyó decir a Martha, la cocinera.
-Muchas gracias, Martha, pero prefiero desempacar primero… y además… -miró a Maquech, como queriendo comprobar si su invitación de cenar había sido en serio.
-¡Ah, sí! Eh… bueno, ya le había pedido una cena… pero puede ser aquí, en casa, y podrán sentarse todos a la mesa y…
-¡Pero es su cumpleaños, señor! ¿No lo festejarán?
Maquech se llevó una mano a la frente.
-¡Es cierto, ¿cómo no lo recordé antes?!
-Está bien, podremos atrasar esa cena…
-O podría invitarla a la fiesta…
-¿Perdón?
Quien dijo eso no se dejó ver, así que todos miraban expectantes a Maquech para saber su respuesta.
-Pues… Claro, si a ti no te…  -A Gema le brillaban los ojos.- Bueno, si a tus amigos no les importa que no estés con ellos para celebrar tu llegada…
-¡Oh, no, estaremos bien! –fue la respuesta hecha casi al unísono.
-Bien… Si no hay ninguna objeción… -le sonrió a Gema.